Expedición Científica ANTAR XXVI a bordo del BAP CARRASCO

¿Qué tal la Antártida? ¿Qué significa navegar durante más de un mes por aguas australes? ¿Qué animales lograste ver? ¿Hace mucho frio? ¿Volverías a ir?

Son algunas de las preguntas que se me hace desde que regresé de la expedición ANTAR XXVI. No fue poca cosa estar a bordo en uno de los buques más modernos de Latinoamérica, que cuenta con capacidad polar, con la tecnología y la logística necesaria para navegar durante un mes por el Polo Sur. Para responder estas preguntas, me tomé el tiempo de escribir algunos párrafos que quiero compartir con todos ustedes. Ésta fue mi experiencia.

Uno de los primero recuerdos que tengo es estar junto a mi padre viendo  documentales sobre la vida salvaje, nos gustaba ver a los felinos del Serengueti y a los grandes mamíferos de la sabana africana. Disfrutábamos de los animales de Sudamérica como las vicuñas o guanacos, como pumas o jaguares y aves majestuosas como los cóndores. Pero cuando se trataba de un documental de la vida marina, todo era completamente diferente ya que todas las especies nos parecían misteriosas, rondaban muchas preguntas por mi cabeza, mi padre trataba de responderlas. Tiempo después puedo entender cómo funcionan las corrientes oceánicas y cómo es la cadena alimenticia de un ecosistema marino, un mundo completamente nuevo.

Como muchos de mis colegas, me hice biólogo tratando de responder las preguntas que me hacía desde pequeño, y por eso cuando recibí la noticia sobre una convocatoria de proyectos de investigación a desarrollarse en la próxima expedición a la Antártida (número XXVI), no dudé ni un instante, y decidí postular. Bajo el asesoramiento del Dr. Juan Agapito y la dirección de la Mg. Anita Robles se presentó una propuesta a la Dirección de Asuntos Antárticos del Ministerio de Relaciones Exteriores, institución encargada de velar el cumplimiento de los acuerdos firmados por el estado peruano en el tratado Antártico así como de la organización técnico administrativa de las expediciones ANTAR.

Cabe recordar que nuestro país es miembro consultivo del tratado antártico desde 1959, ha tenido participación activa y permanente en las decisiones sobre la preservación del continente blanco. Desde 1981 nuestro país  forma parte del Tratado Antártico y en el año 1988 viene realizando expediciones científicas al territorio antártico (expediciones ANTAR). Hacer investigación en la Antártida, lugar distante y de difícil acceso, con condiciones climáticas difíciles, tiene gran importancia dada la influencia que tiene la corriente circumpolar antártica sobre el clima de todo el planeta.

También puedo señalar la importancia de la Antártida como albergue de una gran variedad de organismos de diferentes especies. Conformando una de las mayores poblaciones de organismos, los cuales son pieza fundamental en la cadena alimenticia en estos ambientes. Hay un organismo en particular que me interesa explicar, conocido como krill antártico (nombre científico “Euphausia superba”), un pequeño crustáceo  de 40-60mm de longitud con una composición nutricional rica en lípidos y proteínas, se estima que sus poblaciones alcanzan un aproximado de 500 millones de toneladas, convirtiéndolo en una de las mayores biomasas y fuente alimenticia para la humanidad. Por estas razones decidimos participar de la convocatoria y plantear un proyecto relacionado con este organismo enfocándolo desde un punto de vista biotecnológico.

Teniendo en cuenta que la actividad microbiana es crítica para toda la vida en nuestro planeta; en ese sentido, los microorganismos son esenciales para la formación del suelo y el crecimiento vegetal jugando un rol irremplazable en los ciclos biogeoquímicos a nivel global. Considerando que la microbiota está conformada por todos los microrganismos que habitan un ecosistema determinado, como suelo, agua, aire o el interior de algún órgano de un organismo hospedero; la microbiota es un factor muy importante para todo organismo hospedero.

Una metodología reciente para estudiar la microbiota es la metagenómica la cual consiste en el estudio de organismos de una comunidad microbiana basada en el análisis genético de materiales recuperados directamente de una muestra determinada, contribuyendo a incrementar el conocimiento de la biodiversidad y la función de diferentes ecosistemas.

Bajo estas consideraciones se planteó hacer un análisis metagenómico de la microbiota de poblaciones de Krill (Euphausia superba) y determinar su relación con los parámetros ambientales del ecosistema antártico. Para ello, se determinará la microbiota o composición microbiológica de los contenidos digestivos de krill mediante un análisis genético utilizando tecnologías de secuenciación de ADN de Nueva Generación (NGS); así como, la relación que guarda con los parámetros ambientales como oxígeno disuelto, temperatura, salinidad, etc; y además de identificar genes de microorganismos que tengan  potencial biotecnológico para la industria.

Con ese objetivo principal emprendimos la travesía hasta tierras chilenas, Puerto de Punta Arenas, donde nos esperaba el buque de la marina peruana BAP Carrasco, con más de 60 toneladas de provisiones y equipos a bordo; zarpamos el ultimo 25 de diciembre al medio día con dirección a la base científica peruana “Machu Picchu” ubicada en la Bahía de Almirantazgo en la Isla Rey Jorge dentro del territorio antártico. Este recorrido duró aproximadamente 3 días atravesando los canales de la región chilena de Magallanes de diciembre al amanecer llegamos a la base científica, comenzando el desembarque de los equipos, víveres y del personal que desarrollarían actividades durante la primera etapa de la expedición.

Esta vez, al igual que sucedió con las fechas navideñas, pasaríamos el año nuevo a bordo del buque y en medio de los trabajos de muestreo de la primera estación de evaluación biológica. Fue así como transcurrieron los días haciendo evaluaciones biológicas apoyando al personal del Instituto del Mar del Perú, en el uso de sus redes de muestreo como la red bongo una red de doble micraje (300 y 500) utilizada para el muestreo de organismos planctónicos y la red IKMT utilizada para el muestreo principalmente del krill.

Durante estas sesiones de trabajo recibí mucha información sobre los organismos marinos y la metodología que se utiliza para hacer evaluaciones biológicas, utilizando los datos de las evaluaciones biométricas y de estadios sexuales para determinar la biomasa de los organismos.

Fueron 62 estaciones de monitoreo biológicos, sin contar las estaciones de muestreo bentónicos usando dragas para la toma de muestras de sedimento marino. Durante un mes a bordo del buque Carrasco pude adquirir muchos conocimientos en diferentes áreas de investigación; también, pude conocer y compartir experiencias con muchos amigos que hacen de la ciencia un estilo de vida y que vivieron conmigo una de las aventuras científicas más importantes de nuestras vidas: conocimos la Antártida. Lugar lejano e inhóspito pero lleno de mucha información valiosa para nuestra humanidad.

Angel Montes Osorio
Laboratorio de Biología Molecular
Sub-dirección de Investigación Científica
Dirección de Investigación y desarrollo

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